1.- Agosto y la primera parte de septiembre han sido buenos meses, me han tratado con misericordia. Además, he visto a muchos buenos amigos, me han dado buenas noticias y en otras cuestiones me va muy bien. Creo que eso sólo significa una cosa y esa es: comienza mi etapa favorita del año. Dado que en septiembre siempre hay reuniones con los amiguillos, de ahí se pasa a octubre donde siempre hay conciertos, fiestas y, bueno, mi nueva edad, 23 años. Será raro cumplir 23 años, pero la buena nueva es dejar los 22 que fueron difíciles y hermosos a la vez. Después llega noviembre, que siempre es un mes que huele a pan y a chocolate de calaverita. Finalmente culminamos con Diciembre, donde por alguna razón estoy ansiosa que sea navidad. Por que algo hay ahí que toda la comida es más deliciosa, los perfumes huelen mejor. El bailey's en pequeños vasos con un cubo enorme de hielo son el caramelo favorito de los adultos contemporáneos como yo; las salas huelen a pino con esferas sumamente maricas y, claro, hace un frío de los mil demonios. Es lo bello que acompaña esta época, ese frío que nos hace usar gorritos, chamarras y botitas. Sí, esta época me gusta y ojalá pasé lenta, mucho muy lenta.
2.- Un día, viendo Super-Size me con mi hermano, hay una parte que en verdad me llegó al corazón. Una parte que me tomó por los hombros, me sacudió con fuerza y gritándome a la cara, escupiendo un poco que me dijo: no seas estúpida. El señor este que engorda está tratando de terminarse un empaque de papitas y dice: "creo que en estos momentos, mi cuerpo me odia en serio". Se me hace una línea muy fuerte porque jamás me había puesto a pensar en esas ondas del cuerpo como un templo. Y no lo digo en estas ondas new age de vestirse siempre de blanco y salir a recibir la energía del sol, pero sí lo pienso en una cuestión de qué tantas cosas comes, bebes, fumas y recibes. Y cada quien cuida su propio cuerpo, no? Es decir, un tatuaje, como se creería en esa educación de mojigatería, no necesariamente hace más feo al cuerpo, tampoco una perforación. Al contrario, si es un buen tatuaje, el cuerpo resulta un buen lienzo. Feo que te hagas uno de esos tatuajes con un error ortográfico, qué pena goei. Y bueno, desde que vi esa escena, debo decir que sí he tratado de cuidar el cuerpo, a manera de un templo. Comenzando con todas mis citas al soul rehab, de mente -no completa, pero podría pasar por- sana, pasas a un cuerpo sano, comiendo cosas ricas y esas estupideces. Andar en bici, todos esos placeres de los cuales uno se puede dar el lujo, pues qué. ¿Cigarro y bebida? Bueno, ahm... ¡Miren! ¡Algo atrás de ustedes!
3.- El otro día tuve un día muy padre. Creo que fue la inauguración de la buenaondez que regresa. Eso. Es. Todo.
Pronto: mejores posts. Ahora: descansar, descansar.
Arcade fire - The Suburbs
3 comentarios:
bueh, hasta el Templo de Jerusalen se llenó de ambulantes y sacerdotes-grillos, tuvo que venir Jesús darles sus chicotazos. tu post me recuerda una respuesta que Carlos me anotó en su blog:
ps uno es joven y tiene ganas de enviciarse. Suena tonto pero así pasa, como que a todos los vicios les echamos ganitas.
Lo Elso, eso me pasó hoy mismo, mientras desayunaba!, en el canal 4 hablaban sobre la indigestión y la cruda, lo básico: mucho alcohol y mucho cigarro iban minando poco a poco la mucosa gástrica y cuando menos te lo esperas, el 60% de los comerciales en la tele son medicamentos, del cual más de la mitad son de cosas del estómago. Pasaban preguntas del público, y como yo no tomo ni fumo, me entró esta cosa de 'el mundo se pone de pechito y no entiendo nada'. Cuando un sujeto mandó la pregunta de si es malo mezclar el alcohol con red bull's y similares, pensé: "A ver, de niño mi educación sobre sustancias y malos hábitos se basó en el miedo y el tabú, o sea, no 'No Fumes', sino 'No se fuma', igual con 'no se bebe, no se droga' y anexas. Luego uno conoce el mundo y al final no es tan emocionante, y con el tiempo uno entiende y está listo para prohibirle a sus hijos lo mismo que nos prohibieron, pero, en qué momento nos volvimos, digamos, aventurados, para mezclar red bull con alcohol." No entiendo nada.
A mí lo que me gusta de diciembre es que la gente es más animosa, compra cosas, sienten culpa y son menos peligrosas. Más tristes, ajá, pero menos peligrosas. Al final esas cosas mueven los números. Ah, y que en cualquier momento alguien te llama diciendo que queda media botella y ahí de tí si no vas.
Nunca entiendo nada.
Ash, pues yo luego trato de cuidarme y nada más no pasa nada. Creo que es un punto donde nada más se puede empeorar.
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