viernes, septiembre 17, 2010

Rotundus Maximus

1.- Esta última semana me ha servido para notar que el fin del mundo no será provocado por el narcotráfico, un meteorito o algún tino de Walter Mercado. El mundo terminará implotando de manera rápida, aunque dolorosa, gracias a la gente que no sabe decir por favor y gracias. Dos palabras que se supone le enseñan a uno de niño, que jamás se les debe tomar con simpleza. Tal vez seré un poco exagerada, pero me atrevo a decir -y a creer en ello- que para que una civilización pueda seguir su curso, estas dos palabras deberían ser enseñadas para su correcto uso desde que un bebé dice mamá o papá. Así de simple. Me pasaron dos cosas, las paso a contar:

- Tuve que ir a redactar un trabajito a la condesa. Mientras iba en camino recolectando fotografías, una lluvia tremenda se descargó en el parque México y lo más sencillo que apliqué fue meterme al Café El Ocho, que de todos modos me iba a servir para las reseñas que estaba haciendo. Me senté afuera, a pesar de no traer cigarrillos. Supongo que es la costumbre. Atrás de mi había otro tipillo que estaba comiendo unos tacos al pastor. Yo pedí un té chai y una ensalada que resultaron estar deliciosos. En cierto momento me volteé y le pedí unos cigarrillos -por favor- y él me dijo que, oh lástima, no fuma. Gracias, perdón la molestia. En fin, mortigi tempo, cuando llegó una niña a pedirnos cooperación porque canta con un acordeón. No es que yo sea una especie de Boogie el aceitoso, pero yo no soy mucho de andar dando los pesos que me sobran a la gente que los pide sin conocerle antes. A veces me agarran con el corazón hecho papel, lo cierto es que el 90% de las veces digo "no" sin ver a la gente a los ojos. El otro muchacho atrás de mi hizo lo mismo con la niña, entonces ella acertó en decirnos:

Pues entonces váyanse a la chingada.


Él al parecer no lo escuchó porque esta pequeña astuta lo dijo como susurro, pero yo sí. Y más que enojarme, me dio mucha tristeza que una niña conociera ya el dolo de andar mandando linguïsticamente a la gente al diablo. Me dieron muchas ganas de perseguirla, tomarla de los hombros, agitarla un rato y decirle que nada estará bien, a menos que se quite esas cosas de la cabeza. Pero no, como buena clasemediera -astuta igual- hice caso omiso y me terminé mi té chai. ¿merezco que me manden al carajo por no dar limosna? No lo creo. Tampoco me merezco el cielo por pedir cigarrillos con por favor y gracias, pero sé que hay algo bueno en estas maneras. Sé que por el hecho de poder comunicarme con la gente con un mínimo de respeto, hace que cambie mi percepción de la humanidad. Quizás si la niña hubiera dicho "Entonces háganme el favor de irse a la chingada", tal vez sería un buen atisbo para saber que nada está perdido.

- Me habla una señorita de Banamex, al parecer ya harta. Me dice que por mi buen manejo de las cuentas de débito, me dan un derecho a una tarjeta de crédito. Le digo "No, muchas gracias". Ella responde "¿Me podría dar una razón?". Su manera de decirlo fue grosera, sin lugar a dudas. Le digo que pues soy una clasemediera que tiene gastos humildes menos a 500 duros, que no necesito crédito. Y, oh sorpresa: "¿Me podrías dar una buena razón". Le digo que no la necesito, que no se preocupe. Y, oh sí, más sorpresa: "No es que me preocupes, pero quiero una buena razón". Imagínense esa misma pregunta pero una diez veces seguidas, yo insistiendo en que no, gracias, así está bien. Al final, cuando le dije tajantemente que no quiero una, me colgó. Es decir, ni siquiera un perdón por la molestia, gracias. No, cortar llamada. Me sentí un poco molesta. Luego pensé que igual ya estaba harta y que ya quería hacer la ultima solicitud para irse a su casa a comer con sus hijos y su buen hombre. Pero muy independiente de eso, creo que no había necesidad alguna de incurrir a semejante cosa. Quiero creer.

2.- Revolucionarios, abstenerse.

Mucha gente que conozco empezó a despotricar contra el bicentenario y de repente ya el 70% de mis amigos odiaba a México. Yo, repito, esta pobre clasemediera jamás ha incurrido en odiar al país per se, ya que casi toda mi vida me ha ido bien; lo digo con cierto orgullo porque, según los entendidos en la vida, uno no debe sentirse mal si le ha ido bien. Estudios universitarios, trabajo freelance para cosas que no tienen que ver con el gobierno o que empiezan con "Secretaría", un hogar y un sinfín de cosas que, a ojos de lo evidente, no me hacen la mejor persona para hablarte de un odio a la nación. Y tampoco es que me ponga un velo y diga que México está súper y que no hay pobreza -más que idiota, debes ser un ingenuillo para ver las cosas así- y a su vez ha habido situaciones políticas que sí me han hecho enojar lo suficiente como para maldecir todo. Creo, pues, que estoy en el punto medio de reconocer una realidad cruel, pero agradecer lo que al menos puedo abrazar y trabajar. ¿Orgullo mexicano? Esa especie de patriotismo es algo con lo que no estoy familiarizada, lo siento. Pero agradecer lo que tengo, eso sí lo puedo poner sobre la mesa. Me alegra vivir aquí. Tener fe a las cosas que los demás creen perdidas es mi especialidad. 

2.1.- Decir por favor y gracias. Así nacen -y se hacen- los buenos ciudadanos.
 

3.- El otro día mi mamá andaba tan platicadora, que mejor me fui a cenar a otro lado. Pasé a cenar a un sanborns porque más noche debía ir a una fiesta. Me senté en un sillón y una mesera muy amable me dio la carta. Pregunté por un platillo y me dice que no me podían cambiar el arroz por las verduras, a menos que pida un platillo de otra carta, el cual era más caro. Ante mi cara de duda, ella me dice "no te preocupes, te lo ordeno como ese plato, pero te lo cobro como si fuera el de la otra carta". Wow. Y no, esperen, no es lo último. Le pedí cereal y me consiguió leche light, me dio fresas y me dio un platón REPLETO de cereal. Para finalizar, me trajo un americano descafeinado en una cafetera y me dice "para que no pruebes el que ha estado guardado, este es recién hecho". Me sentí en casa. Cuando llegó la cuenta, me di cuenta de que me hizo un descuento muy significativo. Resolví por pagar en caja y dejarle una propina muy considerable. Cuando salí del lugar me dice "Que tengas una bonita noche, te vas con cuidado". ¿Notas cómo es una buena anécdota? Porque me pasó a mi y porque compruebo esto de que decir gracias es un nivel de civilización tan enorme, que me es imposible decir que no le veo futuro a las cosas. Que lo bueno opaque a lo malo, me gusta pensar. A veces.

4.- So I never wrote a letter / I never took my true heart I never wrote it down / So when the lights cut out / I was left standing in the wilderness downtown.



5.- Tengo un Tumblr. Creo que es mi manera de anunciar al mundo que ya soy una mujer. Y una muy ociosa.


Arcade fire - We Used To Wait

1 comentario:

Bob dijo...

Híjole Elso, no puedo estar más de acuerdo, pero con menos emoción (es por las lluvias, y que uno sale, y ve et al). Yo digo exactamente lo mismo prácticamente siempre, pero, digamos, las experiencias malvadas casi siempre me pesan más y termino diciendo cosas como: "Por eso ni tomo café ni tengo cuenta de débito". Igual y Houellbecq tiene razón, ¿ya leíste Plataforma? Tiene mis dos citas favoritas, una dice que hay cosas que se pueden hacer y otras que parecen demasiado difíciles, y que con el tiempo todo parece demasiado difícil, que la vida se reduce a eso. Ha de tener que ver que soy hombre, ya sabe. Yo no.