viernes, marzo 04, 2011

Spirit or something

1.- Me inscribí a un posgrado con el fin último de titularme. Me emociona y al mismo tiempo me da un poco de miedo. La primera sensación se debe al hecho de regresar a clases, quitarme un poco lo oxidado y volver al esfuerzo por sacar buenas calificaciones, forjar la disciplina y esas cosas que la escuela tiene -o debería de tener- como fin último en nosotros, los alumnos de pacotilla. Por otra parte me asusta un poco porque ya es el llamado biológico de tomar las cosas en serio, anotar direcciones y dirigirse a un maldito lado, en lugar de salir a la calle a ver si un día llego a la fiesta. O a cualquier malditísimo lado. Por otra parte, el posgrado es en filosofía social y el mundo, dios y yo sabemos que ese ramo y yo no nos llevamos del todo bien, pero eso se ve reducido a ceros cuando pienso en las oportunidades que el hecho de obtener-mi-licenciatura me puede dar. Sí, es más o menos como lo del sueño americano, es pensar en grande y tener ilusiones muy vagas, como si reposaran en una nube blanca rodeada de smog. Pero -otro consuelo pasivo agresivo- creo que es mejor ilusionarme y, de hecho, estar haciendo algo para lograrlo, que sentarme abajo del foco de mi cuarto y angustiarme como si no hubiera un mañana. Esa es la clave: hacer algo, angustiarse menos (aunque no dejar de hacerlo) y jugar billar.

1.1.- El día que fui a inscribirme, se me hizo muy tarde y tuve que sacarme una de esas fotos de emergencia. Salí muy mala en la foto. Pero no mala de "fea", de hecho hasta pensé que me veía bien, sino que salgo con cara de hartazgo, cansancio y "ándale, rápido que se me hace tarde y si no, no me titulo". Además, llevaba una camisa con rayas blancas y negras, por lo que bien pudo pasar por mi mugshot. Y bueno, que ahora mi foto de posgrado es una donde salgo malvada. Para desgracia, perdí las otras dos fotos que daban testimonio de cómo me veo cuando estoy de malas, por lo que la gente ya jamás sabrá esa faceta mia, al menos no por esa foto. Me da coraje y miedo, porque qué tal que se me perdió en la calle y ahora un loco tiene en su bolsillo mi mugshot. El horror.

2.- ¿Alguna vez he dicho lo mucho que me gusta la cafebrería El Péndulo? Sí, es un poco burgués y capitalista de mi parte pero, ¿Y qué? No le veo nada de malo. Me gusta el ambientillo ahí, el estar rodeada de libros, un panqué casero con salsa de chocolate, platicar, fumar un cigarrillo o dos. Fui el día de hoy con Lilián y me la pasé tan bien. Estos lugares que no cambiarías por nada, donde te sientes bien, donde las horas pasan rápido y bonito. Esos lugares que podría llamar casa.

2.1.- Después de tan bella tarde, subo al metrobús y me siento junto a un jovenzuelo que llevaba audífonos, él iba junto a la ventanilla (es importante que recuerden esto). En estos momentos leo Carrie de Stephen King (el cual es taaan bueno), así que saqué el libro en cuestión y me puse a leer. Todo bien, ¿No? La gente calmada, quizás 3 ó 4 mujeres paradas, nada grave. En eso, se sube una señora y noto cómo empieza a aventarme su bolsa del mandado al hombro, cosa que me molesta y me molesta en serio. Dicho sea de paso, en ese momento estaba leyendo la parte donde Billy Nolan y los demás matan a los cerdos para recolectar la sangre que usarían en la graduación. Es decir, era mucha la tensión ya. En fin, que la señora le grita al joven algo así como "Niño, ¿No te das cuenta que estás en la sección para damas?" y él no se inmutó ni hizo nada, sólo siguió viendo a la ventanilla. La señora, al sentirse ignorada, empezó a gritarle más fuerte, hasta que él se quitó los audífonos y empezó a responderle con monosílabos (sí, ah, no, oh), pero tampoco hizo algo como para consolar a la señora. Cuando pensé que ya había pasado el terror, en eso la señora me acomoda su bolsa enorme del mandado en el hombro y le grita al joven que llamará a la policía si no cede el asiento a una de las "damas levantadas". En eso la señora de adelante se voltea, ve al joven y asiente con su cabeza como si ella hubiera estado envuelta en este desastre desde hace años, como diciéndole "sí, es para señoritas esta sección". Mch. Para terminar -jaja- los dos se quedan viendo como si estuvieran en un concurso de miradas y el que parpadeara se iba a quedar con el asiento. Era importante que recordaran que él estaba junto la ventanilla porque ya seguro entendieron que yo iba entre los dos sujetos y la tensión era tan enorme que bien pude haber sido el pararrayos del odio. Una señora de atrás se quita, se sienta la señora gritona, no sin antes exigir al joven que se levantara y se fuera al demonio. El muchacho, ya harto, me pide permiso -por favor- así que me levanto, él se va, me siento junto a la ventanilla y lo más sorprendente pasa: ninguna 'señorita' se sienta a mi lado. La silla quedó vacía un buen rato, como dos estaciones más, hasta que una chica llega, se sienta y empieza a hablar por teléfono. Continué con la lectura, no sin antes darme cuenta de que todo lo que pasó fue muy estúpido y provocó un stress bastante feo. Algo anda mal ahí. En serio, lo digo con el corazón.

2.2.- ¿O estoy mal? ¿Debí gritar también porque el muchachito se quitara? ¿Llamar a la policía? ¿Llorar? No lo creo.

2.3.- En fin, que luego de algunas estaciones, leí esto y me sentí un poco bien:

Cogió el delgado chal de seda que había dejado sobre el respaldo de la silla y se lo puso sobre sus hombros desnudos. Se mordió el labio, se tocó el cabello y hubiese dado su alma por un espejo. En el recibidor el timbre hizo oír su sonido discordante. Se obligó a esperar la segunda llamada. Controló los nerviosos movimientos de sus manos y acudió lentamente, con un suave crujido de seda.

Abrió la puerta y ahí estaba él, deslumbrante en su smoking blanco y sus pantalones negros.

Se miraron y ninguno dijo una palabra.

Ella sintió que se le rompería el corazón si él llegaba a producir siquiera un sonido de desaprobación y si se reía ella se moriría. Sintió -en forma real, física- que toda su desdichada vida se estrechaba hasta llegar a un punto que podía ser el final o el comienzo de un rayo de luz.

Finalmente, impotente, dijo:

- ¿Te gusto?
- Eres muy bella.

Y lo era.



Y luego me sentí mal, porque pues ya sabemos el final. Ay.

3.- Siento mucha emoción! Conciertos, posgrado, cursos, cosas... Que ya venga lo bueno!

Blacklist - Flight Of The Demoiselles

1 comentario:

Lilián dijo...

A mí también me gusta mucho el Péndulo y qué si es un gusto totalmente aburguesado, o de clase media "aspiracional". Es un lugar agradable, la comida es buena, los libros son buenos -aunque un poco caros- y luego tienen postres con nombres bien mamones lo cual es bien gracioso. Además, nuestro mesero fue todo buena onda, me gusta cuando los meseros son simpáticos, no me importa si lo hacen "por las propinas" -y ultimadamente qué si lo hacen-, como que le da cierto orden al mundo, cierta sensación de bienestar.

Ahora, en cuanto a lo que te pasó en el metrobús, qué cosa tan fea. Después de una tarde relajada charlando y comiendo un panqué con salsa de chocolate, qué incómodo e innecesario presenciar eso. Al respecto, tengo sentimientos encontrados. Por un lado, creo en la caballerosidad y tampoco veo con buenos ojos cuando hay güeyes sentadotes en el asiento del metro asignado a ancianos, mujeres embarazadas y personas con "capacidades diferentes" (pinches eufemismos mamones). Por otro lado, tampoco creo que la señora se iba a morir si aguantaba machita su pedazo de trayecto parada, creo que no debemos aprovecharnos de ciertas condiciones, como SER MUJER, ay qué cosa tan rara, qué género tan poco habitual, para hacer tremendas escenitas. Y por otro lado, me caga cuando los hombres no ceden su asiento aduciendo la mentada EQUIDAD DE GÉNERO. Carajo, nada les cuesta ser caballerosos, pero el punto está en que no debemos exigirlo con malos modos. En fin. Me hago bolas con la situación, pero el punto es que pinche vieja malvibrosa, ggrrrr.