Camino a la escuela, leyendo a Kierkegaard, me acuerdo de esa problemática del por qué de la existencia del mal, si todavía tenemos conceptos y valores como lo son la piedad y la misericordia. La humanización, no sé, como quieran llamarle. La cosa es ¿Por qué existe? ¿Qué razones llevan a un ser humano a cometer un acto malo /cruel? Por mi conclusión, pueden ver que no he leído mucho sobre el tema, o al menos algo de ética, pero son ideas que uno se va construyendo. Bueh, llegué a una conclusión, que no me convence pero creo que es altamente válida y de fácil entendimiento, es la siguiente: porque se puede. La simple y sencilla posibilidad de llevar a cabo una acción mala (por mera volición) es suficiente razón para poder efectuar un acto malo. La intención entra en otro terreno (lo personal, aunque no es necesario, por lo que diré a continuación). La primera vez que vi la película No Country For Old Man (grandiosa película, if you ask me), vi a Anton Chigurh platicando con lo que, tal vez (no se sabe), sería otra más de sus víctimas. Para no parafrasear, pongo el diálogo:
Carla Jean Moss: You don't have to do this.
Anton Chigurh: [smiles] People always say the same thing.
Carla Jean Moss: What do they say?
Anton Chigurh: They say, "You don't have to do this."
Carla Jean Moss: You don't.
Anton Chigurh: Okay.
[Chigurh flips a coin and covers it with his hand]
Anton Chigurh: This is the best I can do. Call it.
Carla Jean Moss: I knowed you was crazy when I saw you sitting there. I knowed exactly what was in store for me.
Anton Chigurh: Call it.
Carla Jean Moss: No. I ain't gonna call it.
Anton Chigurh: Call it.
Carla Jean Moss: The coin don't have no say. It's just you.
Anton Chigurh: Well, I got here the same way the coin did.
Lo que demuestra Anton Chigurh es que no hay necesidad de una razón para matar a alguien, para poder hacerlo. De hecho, para hacerlo todavía más fehaciente, deja la vida de la víctima al azar (Call it, friend-o). Y bueno, el hecho de la posibilidad de la maldad me basta para saberme (o sabernos, en todo caso), seres que están en un mundo llenísimo de posibilidades, no sólo para lo malo, sino también para lo bueno (¿Por qué no? La piedad es lo más difícil, ni hablar del sacrificio). Como ya había dicho, es una conclusión muy poco madura y sin esperanzas a la que no me gustaría aferrarme para toda la vida, pero un día que me pregunté ¿Realmente lo estará haciendo para lastimar? Si es así, ¿Por qué lo hará? La respuesta que demuestra que no es un problema de física cuántica, es: Porque puede y punto. La intención iría en otro ámbito, que sí es comparable con la física cuántica, porque no se habla de mal, se habla de malicia y ahí deriva el placer, el deber y esas cosas que nunca lograremos entender. PERO, que también son posibles. Dntel lo dijo y yo sólo lo predico: Life is full of posibilities.
Y han sido días llenos de sueños raros.
Primer día: Recuerdo que estaba en una especie de parque, vestida con una botarga de cucaracha (de la cual sentía un poquito de asco usarla, pero no tanto porque era como caricatura, no sé, muy extraño) y estabámos viendo el sol. Sin embargo, en cuestión de dos segundos, todo se volvió oscuro. Ni siquiera de noche, sino literalmente todo era oscuro y en el centro del cielo había una esfera blanca. Y efectivamente, otro sueño donde pienso que es el fin del mundo. Pasó el fenómeno dos veces y al final me aburría y dije "si no va a pasar, me voy" y desperté.
Segundo día: soñé que estaba en un edificio enorme y que yo necesitaba de manera criminal llegar al piso 9, que alguien me esperaba. Sabía quién era (en el sueño, se me olvidó al despertar). En fin, jamás llegué al pise 9 porque en cada piso el elevador se detenía y, en el piso 4, salí y unos insectos que se llamaban "gallos" se iban contra mí y desperté.
Tercer día: soñé que estaba en una casa (enorme y preciosa), pero que alguien me perseguía para matarme. Yo corría y corría pero no lograba deshacerme de la sensación de paranoia. Al llegar a un cuarto cerrado (en el sueño daba vueltas por los mismos cuartos), simplemente me quedé parada y dije "despierta, maldita sea! es un sueño!" y desperté. En este último, es de los pocos sueños donde me he levantado de golpe para respirar. Si la casa no hubiera sido hermosa, hubiera encontrado horrible el sueño.
Cuarto día: soñé que estaba en una especie de reality show donde todos eramos amigos de flavor flav (Sí, lo sé, mis deudas con la tele las estoy pagando) y que yo tomaba un zepelin y me iba a Italia, donde me encontraba con
Graciela, quien no me hizo caso la primera vez que le hablé porque los fans luego la acosaban (jaja). Fuimos al bar por unas copas, que seguro se cumplieron en un terreno metafísico, porque desperté.
Quinto día: El peor de todos. No quiero dar tantos detalles porque estuvo lleno de personas y detalles que prefiero mantener privados, pero el punto es que yo tenía que esperar la hora de la muerte de esas personas. En el sueño, yo estaba en una casa vieja, como a medio construir, esperando. Veía unas muletas, veía una mesa llena de trastes (
"Y el abismo continuaba allí. Su corazón, reflexionó Bob Arctor, era una cocina vacía: baldosas, tuberías, un secaplatos con superficies fregadas y pálidas y un vaso abandonado en el borde de la pila que a nadie le importaba.") y una de las personas de las cuales yo sabía iban a morir, me llamaba para decirme que algo mejor me esperaba, cosa que terminó de derrumbarme. Yo intentaba cambiar cosas a ver si algo podía evitarlo todo, pero no. Al final, después de un rato, sentía un vacío realmente insoportable. Llegué a un cuarto donde había una cama y me acostaba. Alguien se acercó a mi (no sé quién), me dio un beso en la mejilla y cuando me quedaba dormida en la cama (era en primera persona el sueño), desperté; desperté con el mismo vacío final del sueño (
Te levantas. Y te reclamas ¿Dónde habré olvidado el alma?). Como estaba muy cansada iba a dormir otra vez, pero me dije "no lo hagas, por favor", así que no lo hice, cosa que me pareció sosprendente. En fin, este fue el peor porque el dejo de abandono y ausencia me persiguió por todo el día, comprobando que aún puedo sentir y adolecer. A veces lo vívido que pueden ser los sueños me deja perpleja. El mundo de posibilidades me deja anonadada, con el nivel de sufrimiento que puede dejar la muerte -imaginada- o similar. Concluyo, de una manera egoísta (¿Y qué?): No me importaría mucho morir antes que todos.
En la escuela estamos en las últimas. Leemos a Freud. El sentimiento de culpa es algo que también me deja perpleja y creo que es una cerdez. Freud, tú lo teorizas, yo lo juzgo. Lo obscenamente pervertido que puede llegar a ser una violación mental como el sentimiento de culpa es lo que me da asco, porque anula cosas como el amor, la tristeza, el deber, etcétera. La muerte de la poesía. Derrumba el mundo en el que he querido creer. Siempre he tratado de seguir un régimen cuasi fascista de no hacerme la víctima/victimario, porque creo que es de muy mal gusto. Régimen que no sé si sigo al pie de la letra, que lo más seguro es que no, todos tenemos nuestros momentos, pero creo que sé (o tengo un atisbo), de saber cuándo es suficiente. Y es un buen comienzo. Hace años, en primaria, mi maestra de tercero, quien era una estúpida, me amenazaba con ponerme reportes, por mal comportamiento. Lo único que pasaba era que no era de sus consentidas. Recuerdo que era yo muy lista y sonriente (ja, sólo hay que ver que una vez llamaron a mi tía porque "reía mucho". Like, srsly). En fin, llegaba un punto en que la palabra reporte me hacía llorar y me hacía sentir mal, porque había momentos en que me convencía de que era yo muy mala alumna y que merecía ese reporte. Te lo digo hoy, María de los Ángeles: qué equivocada estabas. Pero todos tenemos issues en primaria. Mi punto es, yo no merecía ese reporte, pero la culpa que me inundaba de la posibilidad de merecerlo era lo que se me hacía nefasto. A partir de eso, y de que esta época lo necesita, el buen gusto radica en no hacerse la víctima (¿Llorar por un reporte? No, ya no), ni el victimario y el respeto propio, conocido como dignidad. En mi ingenuidad, seguiré creyendo en la pureza de conceptos como amor, tristeza. Sobre todo la tristeza: debe haber una melancolía tan pura, fuera de culpas, fuera de todo. Y es tanta su pureza, tan pura de este veneno de culpabilidad externa, que hasta debe dar gusto adolecer (atención, no confundir la culpabilidad infundida con la culpabilidad asumida de un acto cometido, que ese tipo de culpa, la que uno asume, es también una reacción a dicho acto, reacción que te hace un ser moral [el reconocer la malicia de tus actos]; volviendo al tema del principio: puede que la intención no sea reconocible, pero el sentir culpa de hacer el mal es que tienes la idea de que lo que hiciste estuvo mal y tu deber era evitarlo. Bueno, el mérito es: sabes que es malo. Hay esperanza, quiero creer).
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