jueves, febrero 03, 2011

I Could Blow Through The Ceiling / If I Just Turn And Run

1.- Hace unas semanas iba caminando con unos amigos en el Centro histórico y me la estaba pasando muy bien con ellos, pues nos dedicamos a ñoñear durísimo, platicar sobre pokemón y esas cosas que no sé por qué razón tengo un conocimiento mínimo sobre el asunto. Ya casi a la hora de irme, a lo lejos vi a uno de esos señores que llevan algodones de azúcar y tuve un antojo casi compulsivo por una de esas cosas. Desde hace varios meses me repetía a mi misma lo mucho que quería un algodón de azúcar, pero jamás entendí por qué no hacía nada, como comprar uno. En el concierto de Roger Waters vendían chelas, donas y algodones, pero no compré nada porque, ¿Quién anda con un algodón de azúcar, gritando que derriben un muro? Nadie, creo. Y tampoco me alcanzaba el dinero, además de que estaba MUY enferma, semicruda y con el crédito moral en ceros (ugh). En fin, que ese día todos tuvieron que esperarme porque, oh sí, compré un algodón de azúcar azul y oh, la sorpresa: fue muy decepcionante. Fácil tenía unos 10 años sin comer un algodón de azúcar, en serio. Yo recuerdo que el sabor era espectacular, sabía a todas esas fiestas a las que te invitaban de niño. El algodón deshaciéndose en la boca y el rastro dulzón que deja por toda la lengua era una de mis sensaciones favoritas. Pero no, eso no pasó con este algodón. De hecho la golosina tenía un dejo sabor a chicle, lo cual lo hizo más decepcionante. Los demás amiguillos concordaron en que fue un algodón de azúcar tristísimo y algo dentro de mi murió de manera brutal.

Brutal, te digo.

1.1.- Ahora tengo un antojo de manzana acaramelada. Pero esta vez me invade el terror la simple idea de que tal vez ni eran tan buenas, tan ricas, tan rojas. ¿Qué hacer?

2.-El verdadero problema que ha ocurrido con la tristeza, es que se ha empezado a vender al público como un estado de ánimo en el que se disfruta el hecho de tirar las vísceras en el piso y arrastrarlas, dejando una marca de sangre en el piso que todos pueden ver, señalar y decir "mira, le va mal". Y hay gente que por eso lo hace, claro. Pero creo, a manera de creencia y no de suposición, que la tristeza nos puede dejar mejores cosas en la vida que la felicidad, en el ámbito personal/vivencial/amoroso/loqueseteocurra. Si bien la felicidad es un estado anímico emocionante, la tristeza te forja de una manera más brutal (me encanta este adjetivo), porque te hace agudizar ideas monstruosas, soportarlas y luego digerirlas. Como comer vidrio, al final sí puedes tragarlo. Metafóricamente. Y POR SUPUESTO que no estoy diciendo algo nuevo. Creo que los 4 años de carrera giraron en torno a esta idea. Pero fue de un ámbito filosófico, creo que esta apología por la tristeza y su sinceridad con el entorno, es algo que cualquier persona puede concluir, si sinceramente abre un poco el esternón y dice "estoy mal y así estoy bien". Tocar fondo probablemente te da atisbos existenciales tan poderosos, que el consuelo que queda es que deprimirse no es incorrecto. Tal vez si es seguido es poco higiénico mentalmente, pero no es incorrecto.Es un consuelo pobre, sin conclusión y que no te quita el sabor a frustración, pero sigue siendo un consuelo, maldición.

Y es tan absurdo todo, que sólo queda sonreir en las mañanas con un cigarrillo en la mano.

3.- El lunes fue un día fantástico. El lunes lo pasé con J. todo el día. Vimos la película de Rushmore y las dos concordamos en que es una película hermosísima. No me atrevo a decir que es perfecta, porque sería muy pretencioso. Además, qué se yo de cine perfecto. Pero creo que llegamos a la conclusión de que todas las escenas en esa película son correctas. No hay nada exagerado ni nada muy simple. Los diálogos también son muy correctos y del reparto, bueno, es hasta grosero que lo tenga que mencionar. El deal con el personaje principal, Max Fischer, es que piensa en grande. Tal vez las razones no sean muy claras, pero lo hace en grande. Sí, tenemos las calificaciones, la escuela, los deberes. Pero hay tanto allá afuera. Tanto qué hacer, tanto qué amar. Para qué sacar diez en la escuela, cuando puedes ser el presidente del club de caligrafía. Wes Anderson, por eso te amamos.

4.-
[...]

Si cuando menos alguien estuviera de pie junto a la puerta,
si cualquier cosa apareciera, cuando menos un momento,
y desapareciera:
algo triste, optimista, de donde sea, de ningún lado,
que provocara risa o miedo.

Pero no va a pasar nada. Ninguna espontánea
improbabilidad. Como en un drama burgués,
será una separación correcta hasta el final,
no honrada ni siquiera por un hoyo en el cielo.


[...]


Wislawa Szymborska, Sin título


5.- Una sonrisa, la mañana y un cigarrillo.

Interpol - Heinrich Maneuver

2 comentarios:

Bob dijo...

Y de la tristeza, ay, sabes que mejor ni digo nada. A manera de resumen laxo, tipo "no me quedo sin decir algo", cito ese capítulo de Ren & Stimpy, el de "Stimpy's Invention", donde un casco obliga a Ren a estar feliz. Después de mucho dolor, Ren logra sacárselo a martillazos y está a punto de moler a golpes a Stimpy, que le pregunta si está enojado, y Ren dice "Sí... estoy enojado... y me gusta!" Y entonces se da cuenta que está feliz, y le agradece a Stimpy. Fin. Crecimos con eso, suck on that, world of maturity!

Bob dijo...

Olvidé esto, debía ir antes:

Elso, aléjate de las manzanas. La decepción del algodón de azucar es maravillosa y nostálgica en comparación con las manzanas, son la manifestación directa de Jesus escupiéndote en la cara después de decir: "Thou fool"