Post-party

Mi cumpleaños fue la cosa más extraordinaria del mundo. Por mucho superó a aquél en la primaria donde mis padres llevaron al payaso Chacharitas y todos fuimos infantilmente felices (en esos días, en mi primaria, era permitido que los papás hicieran fiesta... recuerdo esa donde una mamá llevo hamburguesas para todos. Lo único bonito de la primaria jaja). También superó los 15 años, en la prepa, donde me hicieron mi vals y la madre Marta casi muere de la risa (o del enojo, no sé qué decir). Por igual al cumpleaños 17 donde mis amiguis de la prepa me dieron tantas cosas que era imposible llegar a casa sin tirar algo. Los 20 fueron otra gran cosa, otro gran desmadre. Estuve en todos los estados humanos posibles: alegría, tristeza, nostalgia, euforia, ebriedad, felicidad y demás. Describiría todo, pero imposible decir detalles y demás. Gracias a todos por los comentarios, las felicitaciones, los mails, los mensajitos, a los amiguis que me festejaron, a tí, a The Cure que no mames, estuvo de huevotes (pronto: reseña en 10:1), al muffin que chocó contra mi cara. No, no. Lo malo es que ahora que hay tareas y exámenes... bueno, acaban con el encanto: bujú.

Yeah.



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En el primer año de la universidad nos llevaron a Cuernavaca para convivir y conocernos. Recuerdo que estuve muy irascible esos días y no quería ir, pero mi mamá me sacó a patadas de la casa. Regresando del viaje, recuerdo que fui muy feliz. Ahí nos pusimos nuestros apodos (yo era Zapatoooo jaja). Y bueno, ahora tocó hacer la jornada de mitad de camino... por ir a mitad de semestre (ja, so smart). Realmente me gustó mucho. En una de las actividades tuvimos que dibujarnos y en la cabeza señalar lo que hemos aprendido; en el corazón las cosas sentimentales que nos han pasado; en la manos a quienes hemos ayudado y en los pies a dónde queremos ir. Fue muy de secundaria, lo sé, pero por eso mismo noté cuánto he cambiado. No hay remedio: me gusta muchísimo mi escuela, el ambiente, mis amigos. He dicho.

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Estoy en el consejo esudiantil, lo cual es absurdo porque soy magna huevona. Sin embargo, me encargan cosas muy básicas como levantar la mano en votaciones, organizar papeles e ir a aplaudir eventos de baja estofa. Sin embargo, ahora que se va a hacer la ofrenda escolar, me dijeron que yo debía decorar la calavera oficial de la facultad este año:



Esa me dieron. Es horrible, hiede a fealdad. ¿Saben qué le falta?
Por supuesto: diamantina, plumas y lentejuelas.

Pronto: Pimp My skull. Me importa un carajo si me queda fea.

Y AHORA! A estudiar, que mañana examen sobre Spinoza habrá que descifrar.

The Cure - In Between Days